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Vamos a lo que importa. Hoy, en las redes sociales, lo que manda es lo real, lo humano. Si querés que tu marca se destaque en un mar lleno de opciones, tenés que jugar la carta más poderosa: la verdad. Y no cualquier verdad, sino esa que te hace pensar “te creo” o “te veo de lejos, y no te creo nada”. Porque, seamos honestos, hoy el público tiene un radar para detectar lo fake a kilómetros. ¿La consecuencia? Si no te creen, no te compran. Así de simple.

Hay algo mágico en comunicar. No es solo lanzar palabras al viento, sino más bien crear un puente invisible entre el punto A y el punto B. ¿Quién es el punto A? Vos, tu marca. ¿Y el punto B? Las personas, esas criaturas complejas y maravillosas a las que querés llegar. Pero llegar, en el sentido profundo de la palabra, no es simplemente que te escuchen o te vean; es hacerles sentir algo. Es lograr que, en lo más profundo de su ser, algo haga clic, se encienda, se mueva. Y ahí está el desafío.